En las últimas semanas tuvimos el gusto de conocer gente muy pero que muy interesante. Gente diversa que tenía en común el hecho contar con buena formación, bastante experiencia, mucha motivación y, sobre todo, ¡incapacidad total para vender(se)!
Cuando vemos esta situación en profesionales y pymes, nos preocupa porque, no nos engañemos, amigos:
- Hasta donde sabemos, todos queremos comer. Y para comer, hay que vender.
- Es muy difícil subcontratar esta tarea. En un mundo en el que la emoción vende, ¿se puede delegar en alguien el brillo en los ojos de aquel que ama lo que hace y cree en su proyecto?
Ahora bien, ¿por qué ocurre esto? Veamos algunas teorías…
- Ser comercial está mal visto. En el imaginario colectivo, se encierra la idea del vendedor de aspiradoras que golpea la puerta hasta el cansancio… O simplemente la de un “vende motos” de estos que aún tienen la estética ochentera y salen en películas de reposición en la televisión.
- En dicho prejuicio, muchos encuentran un buen respaldo para no exponerse y es que ser comercial implica exponerse a que el otro diga “si”… o “no”. Y, en una sociedad como la española, los egos aún no están preparados para esto: el espíritu deportivo falta a la cita y es preferible no hacer nada antes que obtener un “no” como respuesta.
Y podríamos enumerar otras hipótesis pero, lo importante, lo que queremos transmitirte es que:
- En la actualidad, no se puede prescindir de la “actitud comercial”: es fundamental para que ese proyecto y/o esa empresa que tanto nos apasiona y en la que tanto creemos, salga adelante. Incluso para que nosotros mismos, como profesionales, brillemos.
- Esa actitud comercial debe esconder siempre un deseo: aportarle valor a los otros con nuestros servicios, nuestros productos, nuestras ideas. Créetelo: ¡lo que haces es importante y realmente estás ayudando al otro! Nadie te hace un favor al interesarse por tu oferta o al comprar. ¡Eres tú (y tu empresa) quien hace que la vida del otro sea mejor! ¡No vayas por ahí con culpa por vender(te)!
Y, para terminar, queremos plantearte: ¿en qué medida crees que la dificultad para tener actitud comercial se debe a tu desconfianza y rechazo a la palabra “comercial” o a que no crees realmente en ti mismo, tus proyectos, tu empresa? ¡Cuéntanos!