Me apasiona, ¿cómo voy a cobrarlo?

El mundo de los emprendedores tiene sus lógicas extrañas. Y déjanos que te lo expliquemos. Un emprendedor de raza, desde nuestro punto de vista, es el que emprende en lo que ama, lo que le apasiona, lo que disfruta. Si usted pertenece a ese selecto grupo… ¡Bravo! ¡Grande! ¡Olé!

STOP. Momento. Antes de seguir con las palmaditas, debemos hacerle una pregunta: ¿usted emprende o usted «tiene un hobby»?

Si la respuesta es que usted emprende, contamos con que entiende que emprender implica, entre otras cosas, comer a fin de mes, pagar el alquiler y… algún que otro vicio respetable. Sí, suspira aliviado. Claro que lo sabe. De hecho, quiere vivir de eso. Lo sabe. Saca pecho y respira más fuerte. Sin embargo, este convencimiento empieza a crearle un nudo en el pecho. La cara va cambiando y… ¡¿realmente está tan claro esto cuando llega la hora de presupuestar?! ¡¿cuando llega la hora de cobrar?!

facturas

El emprendedor es un bicho amoroso que es capaz de auto-explotarse por devoción a su arte. ¡¿Cómo?! (Recomendamos que todo aquel que no sea emprendedor, deje de leer esta nota: ¡no la comprenderá!) Se repite (y repite) frases del estilo «es que a mi me encanta hacer esto», «no puedo cobrar tanto», «nadie me va a comprar si cobro lo que vale». Otras veces, no hay palabras, simplemente la cara lo dice todo. Y es que el pulso a veces tiembla cuando toca hablar de dinero.

Esto, dicho con gracia, puede generarle una sonrisa a alguno pero… ¡ojo! El peligro está al acecho. Sin darse cuenta, el emprendedor se condena a sí mismo (sí, él, solito, sin ayuda de nadie) a trabajar mil horas al día y dar las gracias por ello. 

Así que en este fin de año, nos vemos obligados a recomendarle que responda a algunas simples preguntas:

  • ¡¿Cree usted en su producto?!
  • ¡¿Considera que debe vivir gracias a su trabajo?!
  • ¡¿Entiende que si los márgenes son «enanos» algo va mal en su definición de modelo de negocio?!

Ya ve, hoy lo tratamos de usted. Y es que nos parece tan importante este tema que no nos queda otra que sacar la «corbata» del cajón. De momento, arrojamos la piedra y escondemos la mano. Nos llevamos esta reflexión para nosotros y lo dejamos reflexionando a usted también.

PD. Brindemos por un 2015 en el que sepamos valorar nuestro trabajo. Brindemos por un 2015 en el que los otros sepan valorar nuestro trabajo.

PD2. Dedicado a todos los emprendedores que conocemos y que deben agregar un cero a sus presupuestos… ¡Porque lo valen!

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