Cuando el mar se agita, parece lógico que nos alarmemos. La ilusión de vivir en una sociedad de aguas calmas, se disipa con velocidad y entonces nos preguntamos qué hacer. ¡¿Nadar o flotar?! ¡¿Y en qué dirección?! Hay gente más prudente y otra más osada pero, si algo deja claro la crisis, es que no se puede salir de ella con fórmulas de blanco o negro. Las empresas deben buscar ese equilibrio inestable entre reflexión y acción.
Hoy, más que nunca, es fundamental que las empresas tengan una estrategia. Y no nos referimos al mítico (y odiado) plan estratégico de miles de páginas. Nos referimos a un plan liviano, ágil y flexible. En otras palabras, una guía:
1) Que nos exija parar, pensar y volver a tomar decisiones, sin que la realidad o la inercia se nos impongan.
2) Que nos sirva para ponernos en marcha de forma clara y contundente.
3) Que no nos ate sino que nos permita pivotar y que podamos ir modificando.
Hasta aquí, ¡¿estás de acuerdo?! En el próximo post te daremos algunas herramientas para que puedas ponerlo en práctica…